Salazar: «El periodismo y la literatura son orillas de un mismo río»

Liliana Carrillo V. /  La Paz

Un hombre triste, muy triste; una niña curiosa, no mucho; un paisano reconvertido en charro mexicano; un Jesús que no creía en Dios, y un mesías muy humano que se mira en el espejo. Esos son algunos de los personajes que pasean por los cuentos de Juan Carlos Salazar, maestro de periodistas, que incursiona por primera vez en la literatura con el libro de relatos Figuraciones.

La obra editada por Plural, cuyo dibujo de la tapa tiene la firma del artista Luis Zilveti, será presentada este sábado 25 de septiembre, a las 19:00, en la Feria Internacional del Libro de La Paz. La periodista Amalia Decker comentará el trabajo.

Es su primer libro de cuentos y uno se pregunta por qué. Si el Gato —el famoso apodo de Salazar— es experto en contar historias: en vivo y en directo cuanto charla o desde la maestría de su pluma, que ha corrido certera por crónicas de batallas modernas, derrocamientos de tiranos e investiduras de Papas durante décadas como corresponsal.

En esos años nacieron algunos de los cuentos y con los años fueron más. Durante la pandemia, el autor los revisó una vez más y  se dio cuenta que, como Borges, se había cansado de  corregir. Era el momento de publicarlos y ello significaba el salto del periodista al mundo de la ficción.

El volumen incluye siete cuentos: Casilda (que se publica hoy en Letra Siete), El Triste Pizarro¿Acaso crees en Dios?, El santo prestado, Quitapesares, Aquí vive la muerte y El espejo. Transitan por ellos personajes que reflejan el  “heroísmo de los derrotados, la audacia de los inocentes, la porfía de los sobrevivientes”. Y transita también el humor y  la poesía bien dosificados de acuerdo a la naturaleza de cada relato.

Sobre el cuento, la literatura, el periodismo, la crónica –y las fronteras que los separan o los puentes que los unen– conversamos con Juan Carlos Salazar, Premio Nacional de Periodismo, exdirector de Página Siete y actual  director de la carrera de Comunicación de la UCB:

Tras su exitosa carrera en el periodismo, ¿cuál fue el impulso para sacar su primer libro de cuentos?

Transmitir vivencias, sensaciones y percepciones que no tienen cabida en una crónica o en un reportaje. Las estructuras periodísticas, incluso las más flexibles, como la de la crónica, tienen reglas rígidas que no permiten fantasías ni “figuraciones”. Yo he dedicado mi vida profesional a describir el mundo real desde el periodismo. Ahora quiero hacerlo desde la literatura, seguro de que la ficción cobra vida y recupera certezas cuando la imaginación desvela lo que la realidad oculta.

Para muchos periodistas la ficción es casi una mala palabra. ¿Cómo aborda un emérito periodista el mundo de la ficción en el que los hechos, los personajes no deben ser reales sino –más complejo aún- verosímiles?

García Márquez decía que la novela y el cuento admiten la fantasía sin límites, pero que el reportaje tiene que ser verdad hasta la última coma, aunque nadie lo sepa ni lo crea. Siguiendo el mismo razonamiento, podríamos decir que la ficción debe ser verosímil para ser creída. El Gabo pobló Macondo de seres imaginarios, pero ¿alguien podría dudar de la existencia de Remedios, La  Bella, que ascendió a los cielos en cuerpo y alma, o de Aureliano, el hijo de Aureliano Babilonia y Úrsula Amaranta que nació con cola de cerdo? ¿Acaso no quedamos convencidos de que Mauricio Babilonia caminaba seguido por una nube de mariposas amarillas?

El título del libro –Figuraciones– alude precisamente a “cosas que se figuran o imaginan (RAE)”, pero ¿cuánto de realidad inspira los relatos’? Pienso, por ejemplo, en “El espejo”, que bien podría funcionar como crónica de los últimos momentos del Che Guevara.

Todo relato está basado en percepciones de la realidad, sensaciones fugaces, que cobran cuerpo y sentido gracias a la imaginación, pero también en vivencias inacabadas. Siempre me pregunté cómo vivió el Che esos dos o tres minutos últimos de los condenados a muerte, qué le pasó por la cabeza cuando se dio cuenta de que había llegado su hora final. Al comentar este cuento, el historiador Gustavo Rodríguez Ostria, autor de una biografía inédita del Che, dijo que la ficción permite una libertad que el historiador no dispone. Es lo que hice. Llenar con imaginación un espacio que la historia dejó abierto.

Los cuentos de Figuraciones transitan por temáticas diversas que van desde miedos infantiles hasta amores de guerrilleros. El resultado, permítame decirlo, crea personajes entrañables como el Triste Pizarro, el Jesús que no creía en Dios o el mexicano-boliviano. ¿Cómo elige sus personajes y sus historias?

Estaban ahí, donde los encontré, pidiéndome que contara sus historias.

Los escenarios donde se desarrollan  los cuentos son también diversos, desde el campo valluno (presumo su Tupiza natal) hasta Centroamérica en guerra. ¿Cómo traza su cartografía literaria?

El azar y los propios personajes. En todo caso, como digo en uno de los cuentos, los escenarios se apropian de las personas, las recrean y las hacen suyas, hasta convertirlas en ánimas o fantasmas, según los humores y amores que recogen en su transitar por cada entorno.

A su pluma reconocida en crónicas, se suman dos elementos fundamentales en Figuraciones: uno es el humor, qué brilla por ejemplo en El santo prestado, y la poesía. que emociona en Quitapesares. ¿Cómo maneja esos recursos?

No están en las palabras. Están en los personajes y hay que ser fiel a ellos. Si el autor tiene algún mérito, es haberlos detectado en las apariencias que van dando paso a las figuraciones. Al fin y al cabo, las apariencias no son otra cosa que realidades que se visten de poesía para burlar los sentimientos. Ocurre lo mismo con el humor. Nace del personaje y vive con el personaje.

¿Qué hace que los siete cuentos que incluyen Figuraciones sean una unidad?

El heroísmo de los derrotados, la audacia de los inocentes, la porfía de los sobrevivientes.

A la irrupción de jóvenes escritores  se suma una tanda de experimentados en otras áreas que debutan en literatura –pienso en Patiño y Zaratti desde la columna, usted desde el periodismo– ¿Cómo ve la actual literatura boliviana? ¿Habrá un nuevo impulso a partir de la mirada de estás generaciones diversas?

La creación literaria es un acto individual, muy personal. No creo mucho en las modas ni en las etiquetas, tal vez en las coincidencias. Es difícil saber cuán perdurable o influyente será la producción literaria de los escritores contemporáneos. En cuanto a los colegas que incursionaron en la literatura, y conozco a varios, no dudaría en afirmar que tienen mis mismas motivaciones.

 ¿Cuáles son sus referentes literarios imprescindibles?

Juan Rulfo, Horacio Quiroga, Augusto Monterroso y, desde luego,  Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, a quienes leo y releo desde mi juventud. Como periodista, no puedo dejar de mencionar al Gabo y a Ernest Hemingway, quienes lograron lo imposible: contar una crónica como un cuento y un cuento como una crónica.

En esta “civilización del espectáculo” (Vargas Llosa dixit), ¿por qué vale la pena apostar por la literatura?

Es una apuesta personal. Tal vez uno escribe para uno mismo, por la necesidad que tienes de volcar sentimientos que llevas dentro y que de otra manera no encontrarían salida, a diferencia del periodismo, que es un oficio nacido para contar las cosas de los demás.

Periodismo o literatura? ¿Crónica o cuento? ¿Por qué?

Como decía un querido colega español Manu Leguineche, periodismo y literatura son orillas del mismo río. Tengo a muchos amigos periodistas que han cruzado el río, sin poder resistirse a la tentación literaria. Yo mismo abandoné la orilla que frecuenté durante toda mi vida profesional.

¿En qué obra nueva trabaja ahora? ¿Una novela acaso? Bloom decía que la novela es la corriente que conjunciona todos los géneros.

Quiero terminar un libro de crónicas, que empecé durante la cuarentena, sobre mi experiencia en la cobertura de conflictos armados. Será el último de crónica periodística, instalado como estoy en la otra orilla del río. Tengo algunos otros planes, pero no muy definidos. Quise publicar estos primeros cuentos, escritos también durante la cuarentena, porque, como dijo Borges, me cansé de corregirlos.

Página Siete – 12 de septiembre de 2021

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