“¿El Redford…?”, devuelve la pregunta el viejo Manuel, dándose tiempo. “Dicen que se sentaba en ese banco, frente a la iglesia… Que iba al mercado a comer tamales…”, agrega con su sonrisa desdentada.
Habla de “el Redford” con la misma naturalidad con la que se refiere a cualquier vecino. Para algunos tupiceños, Robert Redford y Paul Newman son casi paisanos, porque creen que se paseaban por las calles del pueblo cuando filmaban la historia de Butch Cassidy y Sundance Kid, los bandoleros estadounidenses que trajinaron por Tupiza y encontraron la muerte en San Vicente, “aquicito nomás”, a principios del siglo pasado.
Más de un tupiceño se alegró cuando leyó en un periódico que Redford había emprendido una campaña para “proteger los paisajes en los que rodó la película”. Pero la noticia no se refería a Tupiza, ni siquiera a San Vicente, un pueblo que se está cayendo a pedazos, sino al verdadero escenario del rodaje, el Parque Nacional Canyonlands de Utha, amenazado por la explotación petrolera.
Lo cierto es que “el Redford” nunca estuvo en Tupiza ni habló de Tupiza. Tampoco Newman, porque la famosa cinta Dos hombres y un destino (1969) se filmó en México y en Tierra de Cañones (Canyonlands), cuyos cerros colorados son parecidos a los tupiceños.
Pero, como solía decir un galán del cine mexicano, eso “no tiene la menor importancia”, porque si el mito existe y la gente lo cree, la verdad sale sobrando. Al fin y al cabo, Butch/Paul y Sundance/Robert hicieron de Tupiza un atractivo turístico al dar a conocer mundialmente la leyenda de los forajidos.
Desde Tupiza parten excursiones diarias a San Vicente, cuya población recibe a los visitantes –en su mayoría extranjeros– con un pintoresco letrero: “Aquí descansan los restos de Butch Cassidy y Sundance Kid”.
Cuando se estrenó Dos hombres y un destino en el Cine 7 de Noviembre, “el Redford” no era muy conocido en Tupiza –tampoco en el resto del mundo–, pese al éxito de La rebelde, la cinta que filmó con Natalie Wood, y La jauría humana, la que rodó con Marlon Brando, Angie Dickinson y Jane Fonda, ambas en 1966. Un año después volvió a trabajar con la Fonda en Descalzos por el parque, que lo consagró como el sex symbol del momento. Pero, en realidad, debe su popularidad a Dos hombres y un destino y a El golpe (1973), también en pareja con Newman.
Charles Robert Redford Jr. nació el 18 de agosto de 1936 en Santa Mónica, Los Ángeles, en el seno de una familia católica de origen irlandés. Martha, su madre era ama de casa, y Charles, su padre, lechero. Se crió en uno de los barrios broncos de Los Ángeles. Su biografía oficial lo pinta como un niño rebelde, aficionado al dibujo y proclive a inventar y contar historias.
A la muerte de su madre, en 1955, abandonó los estudios y se fue a Europa para probar suerte como artista, oficio al que le había tomado afición en su época de escolar. No fue una buena experiencia. Volvió desilusionado. Lo único que le dejó la vida de bohemia en Francia e Italia fue la afición por el alcohol.
Poco tiempo después conoció a Lola van Wagenen, con quien estableció una larga relación. Gracias a ella dejó de beber y se inscribió en el Pratt Institute de Nueva York para estudiar arte e interpretación.
En 1958 nació su primer hijo, Scott, quien falleció meses después. Uno de sus profesores le consiguió en ese mismo año un pequeño papel en Broadway, y en 1960 comenzó a trabajar para la televisión en Playhouse 90 y, a continuación y casi sin parar, en Perry Mason, Alfred Hitchcock presenta y La dimensión desconocida , las series más populares de su época. Su padre, un empleado de la petrolera Standard Oil, hubiese preferido verlo en algo más estable: “¿Por qué no te buscas un trabajo de verdad?”, le dijo en una ocasión. Para entonces ya era todo un jefe de familia, tras el advenimiento de su hija Shawna y su hijo David James.
En 1961 triunfó con la obra teatral Sunday in New York y se convirtió en una estrella con Descalzos por el parque. Un año después protagonizó su primer largometraje, War Hunt, de Denis Sanders. Y desde entonces no paró. También en 1962 llevó al cine Descalzos por el parque, junto a Jane Fonda, que fue un gran éxito.
Con Paul Newman congenió desde un principio. Dos hombres y un destino, de George Roy Hill, y El golpe, también de Hill, consagraron a ambos como una de las parejas más importantes de la historia de la cinematografía. El golpe se llevó siete estatuillas Óscar. Se dice que no tuvo la misma química con Dustin Hoffman, con quien coprotagonizó otro filme de gran éxito, Todos los hombres del presidente (1976), de Alan J. Pakula, sobre el escándalo de Watergate, nominada a seis premios Óscar.
Son igualmente memorables sus actuaciones con Mia Farrow, en El Gran Gatsby (1974), y Meryl Streep, en Memorias de África (1980), que cosechó siete premios Óscar. A la dirección de Sydney Pollack debe otras dos cintas de éxito, Las aventuras de Jeremiah Johnson (1972) y Tal como éramos (1973), coprotagonizada por Barbra Streisand.
Bajo la conducción de Michael Ritchi protagonizó una de sus primeras películas de corte político, El candidato (1972), sobre un abogado joven e idealista que se da de bruces con el mundo de la política en momentos que Richard Nixon buscaba su reelección y no imaginaba que terminaría renunciando a causa del escándalo de Watergate.
En 1980 creó un centro de enseñanza para jóvenes cineastas, el Instituto Sundance, que patrocina desde entonces el Festival Sundance, en Park City, Utah. Lo hizo con sus propios recursos. El instituto suele subvencionar a realizadores noveles con todos los gastos pagados durante cuatro semanas y les proporciona profesores, asesoramiento y material técnico para sus proyectos.
El nombre viene de su icónico filme Dos hombres y un destino, en la que da vida al bandolero The Sundance Kid. Se dice que la idea la tomó de la escuela del Nuevo Cine Latinoamericano de Santiago de los Baños, Cuba, la que conoció por invitación de su fundador, Gabriel García Márquez.
De ideas progresistas, difundió su ideario dentro y fuera del celuloide. “Creo que el cine tiene un poder político del que no somos totalmente conscientes y yo hablo de política a través de mis películas”, declaró en una ocasión. “Para construir un mundo mejor, en ocasiones hay que destruir el antiguo, y eso crea enemigos”, afirmó en otra oportunidad.
Estuvo varias veces en Cuba. Impresionado por los logros que dijo haber encontrado en la isla, no tuvo empacho en declarar su admiración por el líder cubano. “Admiro a Fidel Castro. ¿Cómo no admirar a un hombre que se las ha arreglado para mantener a su país frente a toda la presión norteamericana?”, declaró.
Apoyó a Barack Obama porque creía que “era tiempo para un cambio”, pese a que, según decía, prefería respaldar a “políticos de un nivel más terrenal, como congresistas o alcaldes”. No siempre fue así y alguna vez expresó su decepción por los políticos. “Hoy la política –dijo– no es cuestión de ideología ni de interés público, sino de egos. Y eso es algo muy triste”.
A partir de Dos hombres y un destino, el nombre de Redford quedó ligado definitivamente al de Sundance Kid. Y también al de Tupiza. “Donde diablos esté Bolivia, allí es adonde nos vamos…”, le dice Newman en la película. Lo hicieron, pero sólo en el cine.
El cronista tupiceño Francisco Salazar Tejerina, Don Pancho, el primero que investigó las andanzas de los dos pistoleros en Bolivia, relató en su folleto Leyendas y tradiciones de Tupiza que un día recibió la visita de un ciudadano estadounidense que dijo ser nieto de Butch Cassidy y quería que le contara la historia de su abuelo. “Yo entonces no sabía mucho, le dije todo lo que sabía; me dijo que tenía que escribir un libro”, escribió Don Pancho.
El gringo estuvo husmeando por toda Tupiza en busca de información. “Un día que yo estaba descansando en la plaza, noté que me estaban sacando fotos desde un vehículo estacionado cerca, seguramente para su libro. Supe después que también hicieron una película sobre la vida de Butch Cassidy con la que han debido ganar mucho dinero”, agregó.
El cronista, por entonces nonagenario, no se equivocaba. La cinta recaudó 102 millones de dólares el primer año de su exhibición en Estados Unidos y convirtió a Redford en celebridad.
(Dibujo de Marcos Loayza)
Página Siete – 14 de octubre de 2018