Para el periodismo escrito, dejar el papel y la tinta es lo más parecido a un destierro; sin embargo, las redacciones de los periódicos bolivianos no se han permitido el duelo: los sitios web y las redes sociales han cobrado protagonismo y la ciudadanía ha podido acceder a las noticias –más importantes que nunca en tiempos de incertidumbre y desinformación– de una manera más o menos normal.
Una normalidad que, empero, no es la que viven los reporteros, quienes se han visto, por razones de seguridad, restringidos para circular y acceder a sus fuentes.
Y aunque es difícil hacer periodismo sin estar en las calles, aplicaciones como Zoom, Hangsout y las plataformas como Facebook Live, Whatsapp y otras, han permitido acceder a las fuentes y llegar a las historias de la gente. Asimismo, las redacciones han podido, por estas mismas plataformas, coordinar, redactar y evaluar el trabajo diario, con la misma eficiencia que de forma presencial.
¿Qué pasará con el periodismo?
El periodista Juan Carlos Salazar, exdirector de Página Siete, sostiene que “sin necesidad de apuntarnos a ninguna teoría apocalíptica acerca de lo que ocurrirá cuando pase la pandemia, difícilmente volveremos al punto de partida. Lo que hoy es experimento seguramente se convertirá, más temprano que tarde, en normalidad, como, por ejemplo, el trabajo a distancia”.
Pero, ¿qué pasará en el periodismo? “Es difícil saberlo –señala Salazar-, sin ir más lejos, ¿alguien piensa que las redacciones virtuales de los medios, hoy generalizadas en casi todo el mundo, pasarán al olvido? Las reuniones de redacción cara a cara serán cosa del pasado. El trabajo telemático supone un gran ahorro en infraestructuras y, por lo demás, está demostrando efectividad”, añade.
Pero, en la opinión de Juan Carlos Salazar, la pregunta no es qué pasará con el periodismo en el futuro, sino qué ocurrirá en el presente. “Tras el terremoto que supuso el advenimiento de internet y la crisis económica mundial de fines de la década pasada, los medios que lograron sobrevivir están pasando actualmente por un momento dramático a causa de la caída de sus ventas e ingresos publicitarios. Y no estamos hablando del Tercer Mundo. Ante la gravedad de la situación, el gobierno de Dinamarca, por ejemplo, ha aprobado una partida de 24 millones de euros para ayudar a los periódicos que están en crisis. En España, según la Asociación de Medios de Información, los ingresos por publicidad de la prensa han caído estas semanas entre un 75 y un 80%, lo que ha obligado a muchos medios a realizar importantes reajustes de sueldos y personal”.
Mientras El País anuncia que no venderá en los kioskos mientras dure la emergencia sanitaria, el Diario.es pide a sus lectores pagar por suscripciones, y anuncia que reducirá salarios de sus periodistas.
“Lo grave es que esta nueva crisis se produce en el peor momento –añade Salazar– , cuando el periodismo serio y responsable es más necesario que nunca para hacer frente a la desinformación, interesada o no, sobre la pandemia. El presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores, Fernando de Yarza López-Madrazo, afirma que el periodismo es el “mejor antídoto” contra las “fakesnews”, ese “virus real”, como llama el filósofo surcoreano Byung-Chul Han a ese mal del siglo XXI que fomenta la “apatía hacia la realidad”.
Lo cierto es que para el periodismo, especialmente para los diarios, el futuro ya se ha instalado y está siendo encarado por los periodistas con el mismo amor por el oficio que siempre, la gran pregunta es si este ánimo será suficiente y si habrá cómo darle primeros auxilios a un servicio público de primera necesidad que está, también, en estado de emergencia.
Página Siete – 11 de abril de 2020