Luis González Quintanilla
Dos periodistas, colaboradores habituales de este diario, Juan Carlos, el Gato, Salazar y Carlos, el Chino, Decker, hombres de enorme bagaje profesional, han optado por traspasar la barrera de lo efímero para organizar sus letras en sendos libros. Todos sabemos que publicar en el periódico cuenta con la ventaja y la frescura de la inmediatez, pero también conocemos que los medios de comunicación tradicionales son mercancía de pronta obsolescencia.
Ambos autores pertenecen a esa generación de profesionales que empezó a descollar en el periodismo nacional en los años 60 y 70. Juan Carlos presenta Semejanzas (Esbozos biográficos de gente poco común). Mientras que Carlos Decker nos entrega Crónicas, una antología de sus columnas, con una íntima conexión con la literatura. (Los dos volúmenes han sido editados por Plural, 2018).
Los autores también forman parte de esa pléyade de periodistas de hueso colorado, que en las décadas de furia de las dictaduras militares sufrieron la persecución y el exilio. Los dos lograron, en esas condiciones adversas, notables éxitos profesionales.
Semejanzas
Es verdad que los hechos representativos o los retratos de antiguos protagonistas, cuando se esbozan en las semblanzas periodísticas, no caen en la tentación de abarcar la totalidad biográfica del personaje, como trata de hacerlo el estudio especializado. Lo que escribe Juan Carlos Salazar es una parte, es un detalle, narrado a bote pronto, salpicado de jugosas anécdotas con el ánimo de provocar la memoria, poner en relieve algunos instantes vitales del personaje para recuerdo y deleite del lector. Y ello conlleva otra ventaja para éste: el intento viene bordado en una excelente prosa.
Recordar es volver a vivir. Mejor dicho, revivir en anécdotas, en sucesos troncales o baladíes, en diálogos inteligentes, en el conocimiento de un pedazo de vida de las personalidades que ha elegido el Gato en esta su imperdible colección de biografías no autorizadas.
En su trabajo ha habido, ni duda cabe, investigación bibliográfica y paso firme por la hemeroteca. Pero la base del mismo ha sido caminar por los recovecos de la memoria y descifrar los apuntes de su cuaderno de notas periodísticas. Todo ello recogido “con los ojos escrutadores de un gato”, como sentencia su prologuista, Carlos D. Mesa.
Casi medio centenar de retazos biográficos se reúnen en Semejanzas. La mayor parte corresponde a personajes bolivianos, pero otros tantos son hombres singulares de Latinoamérica. En el conjunto no hay saltos desconcertantes, pues Salazar ha modelado su obra con gente de nuestro tiempo.
Crónicas
Carlos Decker también ha extraído de la argamasa de su trabajo profesional el interesante contenido de su libro. Cubrió al principio labores de reportero, de corresponsal de guerra, hasta que sus patrones de Radio Suecia Internacional descubrieron su apasionante estatus de lector compulsivo y recalcitrante. Y le dieron como tarea cubrir la información de los premios Nobel de literatura que se anuncian cada año en Estocolmo.
Sus Crónicas, pues, están amenamente regadas de referencias literarias, extraídas de entrevistas con autores, y narraciones que se dan entre las bambalinas del escenario del premio. Y, por cierto, sus puntuales reflexiones y razonamientos de intelectual de fuste.
Su selección de crónicas es una preciosa navegación entre citas pertinentes, dichos y anécdotas de grandes escritores. Algunas de sus crónicas, sin embargo, nos muestran su retorno a Itaca, a la patria, al valle bucólico de su infancia o a la ciudad de su juventud. Y a sus gentes. Entonces los relatos cobran la amarga hermosura de la visión del exiliado. Y los años de fuego y miedo que relata se diluyen en parte de un pasado –como todos ellos- de cal pero también de arena.
Hemos dicho que la crónica literaria –¡que no la crítica!– abunda en la antología del Chino Decker. Sus escritos tienen la ventaja de dar frescura e inmediatez a los personajes y a sus hechos literarios. El autor sabe que tiene que huir como de la peste de aquellos ensayos librescos que arrojan hacia el lector anaqueles ahítos de pesados volúmenes.
En ambos trabajos, en el contar encuentros, ideas y hacer razonamientos desde los autores literarios del Chino Decker, o en el maestro pintor de biografías no autorizadas que es el Gato Salazar hay nutrido material de excepcional interés. Ambos dejan al lector el sabor de haber conocido a los personajes, de haber viajado con ellos por esos mundos tan ajenos a nuestra cotidianidad. Nos transmiten una inquietante percepción de habernos montado en una máquina del tiempo inventada por la escritura de estos periodistas, a fin de hacernos topar con personajes y hechos únicos.
Página Siete – 14 de octubre de 2018