Manuel Leguineche, un veterano corresponsal de guerra español
que cubrió la mayoría de los conflictos bélicos del siglo XX, dice que la prensa
y los partidos políticos son instituciones democráticas que se necesitan
mutuamente y, por tanto, son complementarias; “son profesiones que viven la una
de la otra”, pero, al mismo tiempo, son dos oficios enfrentados. La relación
entre periodistas y políticos, apunta Leguineche, es “una constante de doble
filo” por los términos en que se produce, y en gran parte porque los políticos
“desean escuchar los ecos más que las voces”, escuchar los ecos de sus propias
acciones y propuestas e ignorar las voces de la sociedad.
Bien podríamos decir que las voces y los ecos de los actores
sociales y políticos que participan en el debate público, y las imágenes que
recogen y reflejan los medios de comunicación, están en el trasfondo de la excelente
y novedosa investigación sobre la mediación de los medios impresos en tiempos
electorales realizada por Claudio Rossell Arce.
El autor pone bajo la lupa el debate entre los agentes de
la sociedad política y la sociedad civil en la “esfera pública”, donde los medios
y los partidos discuten asuntos que interesan a la sociedad en su conjunto, en
un diálogo, una “conversación social”, que el autor define como la “esencia de
la democracia”. Y capta ese debate en un momento especial, las campañas electorales,
un espacio -nos dice-, donde “la comunicación política se desarrolla hasta los
extremos”, es decir el mejor escenario posible para ver en acción no sólo a políticos
y candidatos en su afán por conquistar el voto ciudadano -diríamos en su propia
salsa-, sino también a los actores de las sociedad civil y los medios de
comunicación en su relación con el mundo político.
Rossell Arce se pregunta qué actores de la esfera pública
–políticos, sociales y estatales-reciben atención y cobertura de los medios de
comunicación, en qué proporción participan de la agenda mediática, qué
orientación tienen los mensajes que producen esos agentes, qué instituciones
aparecen en los medios como representativas de la sociedad civil, qué hechos se
convierten en noticia y cuáles en opinión, a quiénes se dirigen los mensajes de
los agentes que proveen los hechos noticiosos a los medios y a quiénes los
mensajes que los medios presentan como opinión.
En resumen: cómo mediaron los medios impresos de
comunicación en el contexto de las elecciones generales.
Y encuentra interesantes respuestas en el muestreo y análisis
de 1.342 publicaciones de seis diarios de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz de las
campañas electorales de 1985, 1989, 1993, 1997, 2002 y 2005, durante las dos
semanas previas al día de la elección.
Yo quisiera concentrarme en algunas de las conclusiones que, aunque lógicas, dado el contexto de la
investigación –las campañas electorales-, no dejan de ser sorprendentes y en
alguna medida preocupantes.
El autor nos recuerda que los agentes de la sociedad
civil compiten con los de la sociedad política por la notoriedad en la esfera
pública a fin de recibir atención, traducida en cobertura, de los medios de
comunicación, que operan en este espacio no sólo como canales de comunicación
entre los diferentes actores políticos y sociales, sino también como agentes
con voz propia, que interpelan y aconsejan
por igual al resto de los actores.
Al actuar en esos dos sentidos, añade Rossell Arce, los
medios ejercen al menos tres funciones: el de la mediación, al recoger hechos
noticiosos para ponerlos a disposición de las audiencias; el de la interpretación,
al ofrecer visiones ampliadas de esos hechos, dando lugar a reacciones; y el de
la opinión, al comentar esas informaciones en artículos y editoriales.
En su obra clásica, “Teoría del periodismo: cómo se forma
el presente», Lorenzo Gomis, varias veces citado por el autor, nos dice
que “el periodismo interpreta la realidad social para que la gente pueda
entenderla, adaptarse a ella y modificarla”. Y recuerda que la interpretación tiene
siempre dos caras: la comprensión y la expresión. Si el intérprete ha
comprendido mal, expresará mal, y a la inversa.
Rossell Arce sostiene, por su parte, que “los medios de comunicación vehiculan los mensajes
de los partidos políticos, pero no lo hacen de modo acrítico ni mucho menos
complaciente (….)”, sino que al hacerlo están mediando entre los distintos actores que participan en
la esfera pública discutiendo esos mensajes”.
El cómo se produce esta conversación social es el centro
de atención de su investigación. Y su importancia radica, como él mismo nos
dice, en que los medios tienen la gran virtud de que por su naturaleza poseen
mayor poder persuasivo sobre sus audiencias (…) al constituirse en
mensajeros de “lo-que-es-verdad” (o al
menos de “lo-que-es-real”).
Por su parte, la sociedad civil, representada por
instituciones plurales y autónomas respecto del Estado que promocionan el
debate público, participa en el debate no
sólo otorgando su aquiescencia o manifestando su desacuerdo con los sociedad
política, sino con su participación como destinataria de los mensajes e
imágenes o como entidad con voz propia que plantea problemas y exige
respuestas.
Es así que la sociedad civil se vale de la esfera pública
para promover debates abiertos y libres para llevar a los gobernantes la voz de
los gobernados, demandando soluciones y respuestas a sus necesidades o poniendo
en cuestión el rumbo de las instituciones de gobierno y las decisiones que
adoptan. Y lo hacen no solamente a través de los sistemas de representación
popular, sino de los medios de comunicación.
Y aquí surge una de las conclusiones más llamativas de la
investigación:
La observación establece que los agentes de la sociedad
política tienen una presencia protagónica en los medios de comunicación en desmedro de los actores de
la sociedad civil. Un 46 por ciento de los textos tienen como origen del hecho noticioso
a los candidatos y sus portavoces, mientras que los agentes de la sociedad
civil tienen “voz propia” solamente en un siete por ciento y los representantes
de los órganos estatales en 14 por ciento.
Esto indicaría que los actores políticos logran con
creces su propósito de imponer sus mensajes en la agenda mediática. Se dirá que
es lógico, dado que la campaña electoral está precisamente para eso, para que
los candidatos promuevan su imagen y los
partidos sus propuestas.
A la luz de este dato, el acceso y la cobertura de la
sociedad civil en los medios de comunicación es escasa en comparación a la que
reciben los agentes políticos. Es tal vez por ello, como señala el autor, que
“el retrato de la realidad (que ofrece la muestra) sea más parecido a las
expectativas e intereses de los políticos (…) que al de las organizaciones
sociales en toda su heterogeneidad”.
Si creemos como James Carey, uno de los creadores del
Proyecto para la Mejora de la Calidad del Periodismo lanzado por la Universidad
de Harvard hace casi dos décadas, que “el periodismo no es más que un modo de
transmitir y amplificar las conversaciones de la gente”, coincidiremos en que en
este contexto los medios no cumplen cabalmente su misión de vehicular las
preocupaciones e inquietudes de la sociedad a la esfera política.
Pero no es sólo un problema de los medios. Y aquí viene
otra conclusión significativa del investigador, según la cual son los
representantes políticos los que más demandas formularon, en un 40 por ciento,
contra apenas un 17 por ciento de la sociedad civil. Y lo más curioso, como
apunta Rossell Arce, es que dichas demandas no fueron formuladas a la sociedad
política, sino a la propia sociedad civil.
La investigación constata por otra parte que “los medios
de comunicación analizan, interpretan y juzgan los hechos noticiosos adoptando
posiciones, haciendo críticas y recomendaciones, y sobre todo ofreciendo
opiniones razonadas acerca de los procesos en marcha”.
En este sentido, como apunta el autor, los medios no sólo
son influidos en el debate por los otros agentes de la esfera pública, sino que
hacen posible la influencia de unos sobre otros e influyen con su propia voz
sobre todos ellos.
La conclusión general de la investigación es que “la
mediación opera de manera permanente en los contenidos de los medios y que los
más beneficiados de esta función son los agentes de la sociedad política, pues
reciben cobertura con mayor frecuencia, apareciendo más en las páginas de los
medios, por lo general a través de declaraciones de los personajes dotados de
notoriedad, pero también porque son objeto de más comentarios de parte de esos
medios”.
Rossell Arce sostiene que el fruto de la discusión que
desarrollan los agentes políticos y sociales en la esfera pública debería influir
sobre las decisiones de los gobernantes, concretando así “la democracia de
manera cotidiana”. Y la mediación de los medios de comunicación es crucial en
la realización de la “conversación social” para tal fin.
Rossell Arce dice que queda mucho por indagar en el
ámbito de la mediación de los medios en épocas electorales, pero sin lugar a
dudas su trabajo es meritorio no sólo por su rigor académico, sino por su
carácter precursor.
Me parece igualmente una lectura obligada para los
responsables de los medios si quieren ofrecer una cobertura equitativa y
equilibrada en épocas electorales, teniendo en cuenta, en palabras de Bill
Kovach y Tom Rosenstiel, que “el
propósito principal del periodismo es proporcionar a los ciudadanos la
información que necesitan para ser
libres y capaces de gobernarse a sí mismos”.
Finalmente, quisiera destacar el apoyo de la Fundación
Konrad Adenauer a la Carrera de Comunicación de la Universidad Católica
Boliviana, en general, y a la investigación de sus docentes, a través del fondo
concursable Dr. Salvador Romero Pittari, que tiene en el trabajo de Rossell
Arce un primer y exitoso fruto.
(*) Texto leído en la presentación del libro “La
mediación. Medios y elecciones en Bolivia”, de Claudio Rossell Arce, el 28 de
abril de 2015.