Tres periodistas recuerdan la lucha de letras contra fusiles

Jorge Soruco  / La Paz

Al principio era una manera de ganarse unos pesos, pero cuando la agencia Fides mandó a Juan Carlos Salazar a cubrir la guerrilla de Che Guevara, el periodismo se convirtió en su vida, pese a que tuvo que aprender la profesión y ejercerla en medio de las dictaduras militares. Estas experiencias, junto con las de Harold Olmos Mercado y Fernando Salazar-Paredes son recogidas en el libro El periodismo en tiempos de dictadura que se presenta mañana en la noche.

  “El objetivo es la recuperación de la memoria histórica de una época extraordinaria. Los coautores hemos tratado de recrear en sendas crónicas las experiencias vividas. En este sentido, el libro es también el retrato de una generación de periodistas que ejercieron el oficio de manera apasionada y comprometida durante las dictaduras militares de los años 60, 70 y 80 del siglo XX”, adelantó Salazar, quien fue el coordinador de la publicación, que fue  auspiciada por la Fundación para el Periodismo y editado por Plural.

Cada uno de los participantes se enfocó en un proyecto periodístico en particular. Olmos escribió sobre el semanario Apretura, que tuvo una existencia efímera entre el asesinato de Luis Espinal y el golpe de Luis García Meza en 1980.

Salazar-Paredes escribió sobre el semanario Prensa del Sindicato de Trabajadores de la Prensa durante el gobierno de Alfredo Ovando Candia (1969-1970). Y Juan Carlos Salazar describe sus experiencias en la agencia Fides en la que comenzó a trabajar poco después de iniciada la dictadura de René Barrientos.

“Son tres casos paradigmáticos que se desarrollaron en épocas distintas de la misma etapa histórica. Pero los tres tienen  un rasgo en común: la confrontación al poder. Ya sea desde el periodismo militante de  Prensa, del periodismo de excelencia de Apertura y el comprometido de Fides”, agregó el coordinador.

Las tres partes del libro están escritas en primera persona. Son crónicas de describen tanto el trabajo llevado a cabo -incluyendo fotografías de tapas de periódicos- como las circunstancias y riesgos  en el que se desenvolvían los profesionales.

El tomo es parte de un proyecto de la fundación para mantener viva la memoria de profesionales y medios de comunicación. Salazar ya publicó anteriormente otro dedicado al periódico Presencia.

“Ahora se utiliza muy libremente la palabra ‘dictadura’. Nosotros vivimos una verdadera, en una época en  que los periódicos tenían una importante influencia en la población. Es la historia de la lucha por el derecho a informar a la gente de parte de los reporteros y el afán de silenciarnos que tenían los militares”, especificó.

El coordinador Salazar destacó, además,  que el  lanzamiento coincide con el 50 aniversario del golpe de Estado perpetrado por Hugo Banzer Suárez, el 21 de agosto de 1971.

Página Siete – 20 de julio de 2021

El regreso del primer graduado, 50 años después

Cándido Tancara Castillo

Mientras estudiaba Geología quedó conquistado por el periodismo en la Agencia de Noticias Fides (ANF), de la que fue cofundador en 1964 con el padre José Gramunt de Moragas. Entonces no había una carrera de comunicación o periodismo en ninguna de las universidades en el país, se puso a estudiar Derecho, porque era afín con lo que hacía, y en eso fue enviado a hacer cobertura de  la guerrilla del Che Guevara, entre 1966 y 1967, que se estableció en alrededores del río Ñancahuazú, en el límite de Santa Cruz y Chuquisaca. Esa vez dejó la carrera y de manera definitiva.

“Muchos colegas latinoamericanos hubiesen pagado por esa cobertura y yo tuve la suerte de hacerla y  me pagaron por ella”, dijo Juan Carlos Salazar del Barrio, que entonces cumplía con el requisito de cinco años de trabajo en un medio de comunicación, exigencia de la Universidad Católica Boliviana (UCB) para matricular a los primeros estudiantes del entonces Instituto Superior de Ciencias y Técnica de la Opinión Pública.

Así se llamaba la carrera que hoy lleva el nombre de Comunicación Social. Entonces se inscribieron 30 periodistas, que no solo tenían que cumplir el requisito de cinco años de trabajo, sino que debían estar en pleno ejercicio. Entonces se sumaron periodistas de los diarios Presencia, El Diario, Hoy, Última Hora, también de ANF, de la ahora BoliviaTv, entre otros. Todos los periodistas anteriores a la primera carrera de la UCB en el país eran autodidactas o historiadores, abogados y de ciencias políticas.

“El 23 de diciembre se cumplen 50 años de la primera colación de grado de la UCB, de la primera generación de profesionales, no solo de periodistas sino también de economistas y administradores de empresas, en la que salí con el título de periodista, del fundador de la Universidad Católica, monseñor Genaro Prata”, sostuvo Salazar. Justo cuando se cumple medio centenar de años de su titulación fue designado como director de la Carrera de Comunicación Social.

“Es un gran orgullo cumplir 50 años como profesional y hacerlo en este puesto de mi alma máter, es muy importante para mí, una tremenda satisfacción y un tremendo orgullo. Me siento feliz. No soy comunicador, soy periodista, no es bueno ni malo, hice toda mis carrera profesional en el periodismo, escribiendo, dando cuenta de la realidad; y, tengo nueve años enseñando en la Católica; he amamantado de la dos vertientes, primero como periodista y después como académico”, dijo.

Salazar publicó dos libros, es coautor de otros dos y coordinó la publicación de  dos más: La guerrilla que contamos y  Semejanzas; Che, una cabalgata sin fin y Prontuario; De buena fuente y Presencia, una escuela de ética y buen periodismo.

 “Suelo citar a un académico  inglés ‘me gustar escribir sobre lo que sé y me gusta enseñar lo que quiero aprender’. Yo he aprendido mucho con mis alumnos, con mis colegas docentes, en los nueve años como docente, después de retirarme del periodismo activo, me siento feliz de ofrecer algo de mi experiencia a las nuevas generaciones”, apunta.

Salazar hizo periodismo entre 1964 y el 1971 en ANF; del 71 al 76 en Argentina, donde fue exiliado por el gobierno de facto de Hugo Banzer; 23 años en México y 12 en Madrid, España. Desde que salió del país, trabajó en la agencia de noticias alemana DPA, donde terminó como director y se jubiló en 2011 cuando volvió a Bolivia.

El nuevo director de la Carrera de Comunicación Social recuerda las coberturas emblemáticas que realizó en las cinco décadas de periodismo, entre ellas  la de la guerrilla del Che. “Sin quererlo terminé especializándome como corresponsal de guerra, no tanto por vocación, como la ‘guerra sucia’ o represión militar en Argentina, caída del gobierno democrático y ascenso de militarismos, cobertura en Centroamérica, alzamiento en Chiapas (México), el período especial en Cuba tras la caída de la URSS, otra forma de guerra, y los primeros atentados yihadistas en Europa”. También realizó cobertura informativa a mundiales de fútbol, olimpiadas, visitas de  Papas, festivales de música, cine…

Después de su retorno al país, Salazar trabajó un año en ANF, con el padre Gramunt para asumir  después la dirección de Página Siete (2013-2016). Luego fue asesor editorial de la red Unitel, presidente del directorio de la Fundación para el Periodismo y hace nueve años es docente de dos materias en la UCB: Periodismo y Redacción de noticias.

Recuerda que en el siglo pasado los periodistas estaban especializados en radio, televisión y prensa, pocos se pasearon por los tres medios. Hoy, dice, el Siglo XXI demanda periodistas multimedia, en los hechos que manejen los tres lenguajes, incluyendo el trabajo en las redes sociales.

Salazar anuncia que desde la dirección de la carrera de Comunicación intentará formar periodistas para el “nuevo periodismo”, preparados “para este periodismo multimedia”, periodistas “capaces de manejar todas las técnicas y todos los instrumentos que nos proporciona la revolución tecnológica” y “capaces de trabajar en cualquier plataforma digital para elaborar contenidos informativos”.

Afirma que en estos tiempos es importante cuidar la integridad de los nuevos profesionales como un aporte a la sociedad. “También me gustaría ver que ese periodista esté preparado en ese gran peligro del Siglo XXI, que significa la desinformación y la manipulación informativa; para enfrentar no solo es necesario una sólida ética y moral sino también el conocimiento y el manejo de técnicas de verificación de la información que circula”. Ese periodista multimedia debe estar preparado para “descubrir las noticias falsas, necesitamos manejar esas técnicas que ponen a nuestro alcance la revolución tecnológica”.

Salazar sostiene  que el coronavirus aceleró la llegada del periodismo digital y en todos los medios. “La mayoría de los medios y de los periodistas se han tenido que adaptar rápidamente a las nuevas circunstancias durante la cuarentena y ahora es la nueva realidad”.

Página Siete – 13 de diciembre de 2020

Periodismo en cuarentena

Para el periodismo escrito, dejar el papel y la tinta es lo más parecido a un destierro; sin embargo, las redacciones de los periódicos bolivianos no se han permitido el duelo: los sitios web y las redes sociales han cobrado protagonismo y la ciudadanía ha podido acceder a las noticias –más importantes que nunca en tiempos de incertidumbre y desinformación– de una manera más o menos normal.

Una normalidad que, empero, no es la que viven los reporteros, quienes se han visto, por razones de seguridad, restringidos para circular y acceder a sus fuentes.

Y aunque es difícil hacer periodismo sin estar en las calles, aplicaciones como Zoom, Hangsout y las plataformas como Facebook Live, Whatsapp y otras, han permitido acceder a las fuentes y llegar a las historias de la gente. Asimismo, las redacciones han podido, por estas mismas plataformas, coordinar, redactar y evaluar el trabajo diario, con la misma eficiencia que de forma presencial.

¿Qué pasará con el periodismo?

El periodista Juan Carlos Salazar, exdirector de Página Siete, sostiene que “sin necesidad de apuntarnos a ninguna teoría apocalíptica acerca de lo que ocurrirá cuando pase la pandemia, difícilmente volveremos al punto de partida. Lo que hoy es experimento seguramente se convertirá, más temprano que tarde, en normalidad, como, por ejemplo, el trabajo a distancia”.

Pero, ¿qué pasará en el periodismo? “Es difícil saberlo –señala Salazar-, sin ir más lejos, ¿alguien piensa que las redacciones virtuales de los medios, hoy generalizadas en casi todo el mundo, pasarán al olvido? Las reuniones de redacción cara a cara serán cosa del pasado. El trabajo telemático supone un gran ahorro en infraestructuras y, por lo demás, está demostrando efectividad”, añade.

Pero, en la opinión de Juan Carlos Salazar, la pregunta no es qué pasará con el periodismo en el futuro, sino qué ocurrirá en el presente. “Tras el terremoto que supuso el advenimiento de internet y la crisis económica mundial de fines de la década pasada, los medios que lograron sobrevivir están pasando actualmente por un momento dramático a causa de la caída de sus ventas e ingresos publicitarios. Y no estamos hablando del Tercer Mundo. Ante la gravedad de la situación, el gobierno de Dinamarca, por ejemplo, ha aprobado una partida de 24 millones de euros para ayudar a los periódicos que están en crisis. En España, según la Asociación de Medios de Información, los ingresos por publicidad de la prensa han caído estas semanas entre un 75 y un  80%, lo que ha obligado a muchos medios a realizar importantes reajustes de sueldos y personal”.

Mientras El País anuncia que no venderá en los kioskos mientras dure la emergencia sanitaria, el Diario.es pide a sus lectores pagar por suscripciones, y anuncia que reducirá salarios de sus periodistas.

“Lo grave es que esta nueva crisis se produce en el peor momento –añade Salazar– , cuando el periodismo serio y responsable es más necesario que nunca para hacer frente a la desinformación, interesada o no, sobre la pandemia. El presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores, Fernando de Yarza López-Madrazo, afirma que el periodismo es el “mejor antídoto” contra las “fakesnews”, ese “virus real”, como llama el filósofo surcoreano Byung-Chul Han a ese mal del siglo XXI que fomenta la “apatía hacia la realidad”.
 
Lo cierto es que para el periodismo, especialmente para los diarios, el futuro ya se ha instalado  y está siendo encarado por los periodistas con el mismo amor por el oficio que siempre, la gran pregunta es si este ánimo será suficiente y si habrá cómo darle primeros auxilios a un servicio público de primera necesidad que está, también, en estado de emergencia.

Página Siete – 11 de abril de 2020

30 escritores y periodistas bolivianos alistan selección de narcocuentos

Milen Saavedra / La Paz

Caspa de ángel es el nombre de la antología, compilada por Homero Carvalho, que se propone reunir narraciones breves de autores bolivianos sobre el narcotráfico que confrontan ficción y realidad. El escritor conversó con Página Siete para explicar los detalles de la iniciativa y adelantar los nombres de los participantes.

La obra será publicada por la editorial Kipus una vez que termine la cuarentena nacional por la llegada del coronavirus.

¿Cómo surgió la idea de la selección de “narcocuentos”?

La literatura siempre ha puesto su mirada en los grandes temas universales y nacionales, y el narcotráfico es de esos temas que los escritores no podemos eludir. Si bien en Bolivia aún no hemos tenido un boom extraordinario tanto en lo cultural como en lo comercial de lo que en México y Colombia denominan la “narcocultura”, con profusión de novelas, ensayos, telenovelas, películas, artes plásticas y otras manifestaciones artísticas; creí necesario hacer un inventario de historias del narcotráfico, es decir, una antología de cuentos, crónicas y testimonios para confrontar la ficción con la realidad.

Por estas razones es que decidí compilar esta antología e invité a Márcia Batista Ramos a sumarse al proyecto para que la enriquezca con sus consejos y escriba una nota crítica introductoria. La antología la denominamos “Caspa de ángel”, otro de los nombres que los consumidores le dan a la cocaína pura.

¿Cuántos autores participan en la selección?

Ya sabíamos de antemano que algunos escritores tenían cuentos y crónicas y otros podían tener textos inéditos, así que invitamos a unos treinta escritores y periodistas, a la fecha ya tenemos 25 textos: 19 cuentos, 5 crónicas y un testimonio.

¿Quiénes son?

Cuando invitamos a escritores a participar de esta antología recibimos respuestas positivas de la mayoría de ellos, algunos ya tenían cuentos listos, otros nos pidieron tiempo para terminarlos; así como también algunos nos hicieron saber que no tenían nada escrito, pero que el tema les interesaba y que querían escribir un cuento. Cada uno de los narradores es dueño tanto de sus demonios como de sus santos; así como de los dramas, los amores, las tragedias y las aventuras que nos cuentan. Decidimos que el orden de presentación de los textos sea por género y los autores por orden alfabético, así en cuento tenemos a Sisinia Anze, Márcia Batista Ramos, Carla Maria Berdegué, Rosssemarie Caballero, Adolfo Cáceres Romero, Amalia Decker, Claudio Ferrufino-Coqueugniot, Rosalba Guzmán, Ramiro Jordán, Juan Claudio Lechín, Fernando Ortiz, Teresa Constanza Rodríguez Roca, Silvia Rózsa, Juan Carlos Salazar, Gaby Vallejo, Rodrigo Urquiola y Sandra Concepción Velasco. Como verá el lector nuestro propósito también fue mezclar a autores consagrados con algunos noveles para promocionar la literatura boliviana. En los próximos días se completará la lista.

Luego, están cinco crónicas de periodistas bolivianos que reflejan diversos puntos de vista de la realidad del narcotráfico en nuestro país: La de Nelfi Fernández sobre la mujeres que intentan pasar droga a Chile; la de Edson Hurtado que mezcla sexualidad, trata de personas y tráfico de drogas; la de Cecilia Lanza que da cuenta de un santo popular de los narcos -al igual que Jesús Malverde en México, los narcos del Chapare también tienen su santito a quien le rezan para que sus envíos sean exitosos-; la de Roberto Navia que nos lleva volando a la sangrienta realidad de Ciudad Juárez, una las ciudades más violentas de  México; además Ramón Rocha Monroy, narrador por antonomasia, ingresa a esta antología con una crónica acerca de una visita suya al Chapare. El testimonio le corresponde a Mauricio Reyes.

¿Cómo los seleccionó?

Los cuentos por su calidad literaria, las crónicas por la calidad que va más allá del periodismo clásico y el testimonio porque es la confirmación del drama narrado por su protagonista. Los tres géneros son narrativos.

¿Cuál es la importancia de hablar sobre este tema en la coyuntura actual? ¿y de hacerlo desde la literatura?

En realidad, la idea surgió unas semanas antes de la cuarentena y el aislamiento sirvió para que algunos escritores que no tenían textos escritos sobre el tema tuvieran el tiempo de hacerlo. Creo que en Bolivia, desde hace décadas, se han ido publicando algunos libros sobre el tema del narcotráfico desde el ensayo académico, científico, psicológico y policial. El libro “La veta blanca” (1982), de René Bascopé Aspiazu, fue un éxito el año de su aparición; luego apareció “Narcotráfico y política” (1982) de varios autores cuyo título es muy explícito y así sucesivamente hasta el día de hoy. Artículos, reportajes y ensayos periodísticos se han publicado en todos los medios de comunicación escrito y ahora, también, digitales; las crónicas ocupan un destacado lugar en este tema desde la precursora “Noticia de un secuestro” del Premio Nobel de literatura 1982, Gabriel García Márquez, por esta razón hemos incluido en esta antología cinco crónicas de periodistas bolivianos que reflejan diversos puntos de vista de la realidad del narcotráfico en nuestro país.

En la década de los noventa, inolvidable fue la serie documental televisiva “Coca”, dirigida por el escritor y periodista Jorge Suárez. En literatura en cambio no hubo mucha producción al respecto; en novela se confunde a “Jonás y la ballena rosada”, de Wolfango Montes, como una obra sobre el narcotráfico cuando es una historia de infidelidades entre un profesor y su cuñada, que tiene por telón de fondo un suegro narco. Tito Gutiérrez escribió una narco novela titulada “Magdalena en el paraíso”, con la que ganó el Premio Nacional de Novela, el 2000 y algunas otras novelas que no alcanzaron el éxito de novelas publicadas en Colombia o México, como “La Virgen de los Sicarios”, de Fernando Vallejo; “Rosario Tijeras”, de Jorge Franco, “Delirio”, de Laura Restrepo, por mencionar algunas de escritores colombianos o “Trabajos del reino”, de Yuri Herrera; “El amante de Janis Joplin”, de Élmer Mendoza. En Europa y Estados Unidos el tema ha tenido y tiene muchos escritores como el español Arturo Pérez Reverte con “La reina del sur” o el norteamericano Don Winslow con “El poder del perro”.

¿Por qué eligió los cuentos sobre otros géneros?

La narrativa nos da la oportunidad de retratar a la sociedad. El cuento siempre fue la manifestación literaria por antonomasia, especialmente si nos atenemos a Julio Cortázar: “La novela siempre gana por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut”. Por eso decidí hacer una selección de cuentos de los mejores escritores de Bolivia; este libro es una muestra de lo que estamos escribiendo sobre este tema, desde diversos registros; desde el tráfico mismo y sus protagonistas, las adicciones, la educación, la globalización del crimen y muchas otras miradas de cada uno de los autores incluidos con sus particulares y genuinas propuestas narrativas. Hemos elegido desde narradores consagrados hasta jóvenes que están empezando a transitar el camino de las letras: algunos de ellos con un toque de ironía, otros de humor negro, otros exorcizando sus demonios o convocando a la crueldad; estoy seguro que los lectores se identificarán con más de alguno de sus personajes y reconocerán a varios, porque en nuestro país el narcotráfico es un secreto a voces en una realidad que es necesario nombrarla.

Que pase la cuarentena y los lectores tendrán una Antología de cuentos, crónicas y testimonios del narcotráfico que será publicada por Kipus. La idea es que es esta selección se convierta en una referencia para futuras investigaciones sociales y literarias.

Página Siete – 3 de abril de 2020