Amalia Decker
Ya lo dije, quedé maravillada con la prosa cálida y
poética de Juan Carlos Salazar (para mí y para muchos que lo queremos, el Gato) Quienes sabíamos de su talento en
las lides del periodismo, lamentamos el anuncio de su alejamiento de la
profesión. Ya no sabremos de sus estupendas crónicas. Pero su caminar ahora lo
hace por senderos muy cercanos.
En efecto, si convenimos que el periodismo es la
narración inmediata de hechos extraídos de la realidad de todos los días para
comunicar a los lectores, la literatura se construye de la misma materia prima.
Por supuesto con una gran ventaja, la vida de las gentes se entremezcla con la
de los sueños. Los personajes van creándose con la discreción del autor, aunque
muchas veces y a pesar del mismo creador, se escapan para tomar vida propia. La
literatura pues, suele ser más conmovedora y convocadora. No hay mayor realismo
que el que se encuentra en los rincones donde se tejen los sueños.
No sé por qué sensaciones tuvo que pasar el autor para
saltar a la otra orilla. Como periodista era laureado, pasó por todos los
caminos de su profesión, como otros tantos. Pero para bien de nosotros, sus
lectores, la tentación de tomar el territorio afín, el de la república de las
letras, intuyo que ha sido empujado por el deseo íntimo de no permitir que
parte de esos recuerdos, la intensa vida vivida y la de los personajes reales
de la larga caminata periodística, queden en el olvido.
En este libro que Gato
me ha hecho el honor de presentar, nos cuenta historias que convergen en la
invención literaria con unos tonos muy bien logrados y que evocan tramos
contundentes de su recién dejado oficio. Lo hace con todo un bagaje a cuestas y
con las ganas de contar un pasado o quizá un futuro que imagina mejor que este
que vivimos. Este acto de transformación del autor ha sido posible con la
argamasa de años de trabajo, con imágenes muy bien bordadas de poesía y
estructuras moldeadas en la máquina interior de sus lecturas.
Figuraciones
nos invita a transitar por los entresijos de una travesía literaria que da vida
a personajes entrañables como el de Casilda,
una niña curiosa que veía a su abuela otear el infinito. O aquella otra mujer
dedicada a zurcir los rotos de un pueblo que todavía no era pueblo.
Confieso que me dejé llevar como el agua. Me dejé
sorprender con las historias que convergen en rincones diáfanos y oscuros.
Seguí su andadura guiada por los hilos del tiempo pasado o el tiempo que se
aproxima invisible. El tono es casi siempre evocativo. No sé si dan cuenta de
él. No importa. Me queda claro que son fantasías retrospectivas, junto a una
gran necesidad de imaginar lo vivido o lo que quiso vivir, como si a momentos
quisiera convertir el pasado en presente.
Pensándolo bien, creo que la clave narrativa de Gato, radica en la construcción
admirable de personajes potentes que perduran y que son universales. Sin
embargo, se nota la riqueza del trotamundos que tuvo el privilegio de habitar
los dramas, la angustia, el dolor de los buenos periodistas, de aquellos que
tienen el alma penetrada por aquello que vio, oyó y contó. Y, entonces, también
descubriremos en este viaje, lugares donde la vida se desposó con la muerte a
través del presagio de las alevillas y de las orquídeas. Cierro los ojos y
puedo imaginar a la Chiapas que cobijó las ilusiones de muchos jóvenes, donde
otra vez más, los sueños se trocaron en pesadillas. O la última imagen del Che,
mirándose en el espejo de su conciencia.
En todas estas historias he encontrado la aleación
perfecta y peculiar de mentiras que tienen el don de soñar verdades o de
permitir al lector vivir las historias dibujadas en su propia imaginación y que
ejercerán el don de adentrarse en un pasado, donde se confunde lo mítico con lo
real. Son historias de sauces acongojados. Son historias de obsesiones que se
pegan en el alma como la hiedra y, de sueños que se disuelven como el agua que
corre entre las manos.
Me pregunto si es una búsqueda de estilo que sale del periodismo para envolvernos en historias de ayer, de hoy y de mañana. Tampoco importa. Ahora solo le queda al lector, descubrir estos misterios.
(Texto leído por la autora en la presentación del libro Figuraciones, en la Feria Internacional del Libro de La Paz, en septiembre de 2021).
Página Siete – 17 de octubre de 2021