Mauricio Quiroz
Los periódicos dejan cada día un testimonio para la historia; reflejan en sus páginas una muestra fotográfica del momento. Historiadores y periodistas buscan en sus páginas la materia prima para la reconstrucción de los hechos en contextos particulares. Desde otro vértice, los impresos son como comprobantes de una auditoría sobre esos momentos que son cruciales para comprender a una sociedad y a sus proyecciones.
Por estos días, pero hace 67 años, un puñado de jóvenes católicos dio vida a una iniciativa periodística que estuvo vigente durante 49 años. Fue un tiempo que acabó siendo un pedazo clave de la historia del periodismo boliviano. Ahora, un grupo de sus protagonistas recupera el legado del matutino en Presencia, una escuela de ética y buen periodismo [Plural: 2019], un libro que recupera testimonios, incluso un par de crónicas que dejó el equipo de redactores sobre temas como la democracia y la defensa de los Derechos Humanos.
La obra, que fue presentada el jueves 4 de abril por Armando Mariaca y Mariano Gumucio, fue coordinada por Juan Carlos Salazar, un guerrero de las mil batallas libradas con el arma de la palabra, la tinta y la ética. De hecho, el Gato Salazar —como fraternalmente es conocido— es el autor del prólogo de esta obra que fue promovida por la Fundación para el Periodismo, European Journalism Centre (EJC) y la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP).
“Es una historia incompleta de esa maravillosa experiencia que fue el periódico católico Presencia. No fue solo una escuela de buen periodismo, sino una escuela de ética”, afirmó Salazar durante una conversación con el autor de este artículo.
Y aunque el prologador no fue parte de la plantilla de periodistas que acompañó a Presencia, es notoria la emotividad con la que Salazar recuerda sus años mozos y la amistad que acuñó con sus colegas de entonces. De hecho, el libro incluye un texto de José Luis Alcázar, El periodismo en tiempos turbulentos. Alcázar fue uno de los profesionales que Presencia envió para la cobertura de la guerrilla del Che Guevara (1969).
“Fue el medio impreso del país que mejor cobertura tuvo sobre este acontecimiento histórico”, comentó el Salazar, quien también destaca el tiraje que tuvo este impreso. “Habían días en los que se imprimían y vendían al menos 150.000 ejemplares, una cifra increíble para los periódicos de hoy”. Así, una de las ediciones más memorables del rotativo estuvo marcada por la difusión del Diario de campaña del Che. “Agotamos toda la edición del periódico”, remarcó.
El libro recorre desde los primeros años de Presencia, cuando emergió como un semanario católico poco antes del estallido de la Revolución del 9 de abril de 1952, hasta sus “últimos días”. “Nació con un capital de 2.000 dólares, un dinero que para la tercera edición ya se había agotado”, recuerda Salazar. También se lee un capítulo que recupera los textos de los fundadores y pioneros del rotativo. El ávido lector podrá ponerse frente a un par de escritos que dejó Huáscar Cajías, el director fundador de Presencia. El mensaje del periodista fue redactado en un contexto en el que los periodistas se formaban en las redacciones.
“En cuanto al personal —recordaría Cajías años más tarde—, se lo nombró un poco dictatorialmente, a dedo, por así decir. Las excusas de que uno no sabía nada de periodismo, de que tenía otras graves preocupaciones, fueron dejadas de lado y hubo que acometer la empresa (…). Al principio, por eso, hubo numerosas fallas y errores no solamente ortográficos sino periodísticos”, se lee en el prólogo del libro testimonial.
Otro hito. El periodismo cultural tuvo un espacio único en Presencia. Un escrito del académico Raúl Rivadeneira Prada tributa homenaje al obispo Juan Quiroz, quien fue director del suplemento Presencia Literaria entre 1957 y 1992. El rotativo, sin dejar de lado los valores cristianos y evangelizadores, también estuvo presente en la construcción de la democracia. Fue en las oficinas del rotativo donde Domitila Barrios de Chungara, la dirigente eterna de las mujeres mineras, instaló el segundo piquete de la huelga de hambre que tumbó la dictadura de Hugo Banzer (1976-1977).
Salazar recuerda que desde que comenzó la historia de Presencia, en 1952, se pueden contabilizar varias intervenciones violentas de las llamadas fuerzas del orden. La redacción del rotativo sufrió agresiones durante la huelga que activaron las mujeres mineras a finales de 1976, aunque para entonces los militares ya habían ejecutado varias acciones para acallar al periódico católico.
Pasión, muerte y resurrección de la democracia es una crónica brillante presentada por el equipo de redacción del impreso católico que también se puede hallar en el libro respecto a esta fase histórica del país.
Presencia pudo vencer muchas batallas, pero al final sucumbió. La Conferencia Episcopal de Bolivia (CEB), la dueña de la rotativa, ordenó “una pausa”, la que al final resultó eterna. Queda el legado y este libro es un testimonio de fe.
La Razón – 7 de abril de 2019